En los últimos años, los baños de gong —sesiones donde los participantes se “sumergen” en vibraciones de instrumentos ancestrales— se han popularizado como terapia antiestrés en ciudades desde Nueva York hasta Bogotá. Pero ¿qué tan efectivos son realmente? Estudios recientes y testimonios de usuarios revelan datos sorprendentes sobre esta práctica que mezcla tradición y neurociencia. Durante una sesión (de 45 a 90 minutos), los terapeutas tocan gongs, cuencos tibetanos y campanas alrededor de personas acostadas. Las vibraciones de baja frecuencia (entre 40 y 400 Hz) penetran el cuerpo, generando un estado similar a la meditación profunda. Un estudio del Journal of Evidence-Based Integrative Medicine (2023) mostró que esto reduce el cortisol (hormona del estrés) en un 25% y aumenta las ondas cerebrales theta, vinculadas a la relajación.
Durante una sesión (de 45 a 90 minutos), los terapeutas tocan gongs, cuencos tibetanos y campanas alrededor de personas acostadas. Las vibraciones de baja frecuencia (entre 40 y 400 Hz) penetran el cuerpo, generando un estado similar a la meditación profunda. Un estudio del Journal of Evidence-Based Integrative Medicine (2023) mostró que esto reduce el cortisol (hormona del estrés) en un 25% y aumenta las ondas cerebrales theta, vinculadas a la relajación.