Cada vez más estudios científicos respaldan los beneficios del yoga, una práctica milenaria que ha dejado de ser vista como simple ejercicio para convertirse en una terapia complementaria reconocida por la medicina moderna. Investigaciones recientes demuestran que esta disciplina, originaria de la India, puede mejorar significativamente la calidad de vida de quienes la practican con regularidad. La Universidad de Harvard publicó en 2023 un metaanálisis que revela cómo el yoga reduce los niveles de cortisol (la hormona del estrés) en un 26% tras ocho semanas de práctica constante, efectos comparables a algunos medicamentos ansiolíticos pero sin sus efectos secundarios.
Los beneficios físicos del yoga son igualmente impresionantes. Un estudio del Journal of Orthopaedic & Sports Physical Therapy demostró que pacientes con dolor crónico de espalda que practicaron yoga durante tres meses redujeron su molestia en un 40%, superando los resultados de la fisioterapia convencional. Esto se debe a que las asanas (posturas) trabajan simultáneamente fuerza, flexibilidad y equilibrio, activando cadenas musculares que otros ejercicios suelen ignorar. Lo sorprendente es que estos efectos se observaron incluso en personas mayores de 65 años, grupo que tradicionalmente se creía menos beneficiado por esta práctica.
En el ámbito cardiovascular, el yoga muestra resultados prometedores. La Asociación Americana del Corazón incluyó recientemente esta disciplina entre sus recomendaciones para pacientes con hipertensión, tras comprobar que su práctica regular puede disminuir la presión arterial sistólica hasta en 11 puntos. Este efecto se atribuye a la combinación única de movimiento controlado, respiración consciente y reducción del estrés, tres pilares que trabajan en sinergia para equilibrar el sistema nervioso autónomo.